Tras recibir un nuevo hígado, Jay se centra en devolver y concienciar a la población
Un "sí" a la donación de órganos crea ondas en formas asombrosas que cambian la vida.
Jay Beyer-Kropuenske empezó a tener problemas hepáticos en 2011. A pesar de los tratamientos y la medicación en curso, Jay fue hospitalizado en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) durante 49 días por insuficiencia hepática y renal en mayo de 2012.
Jay tuvo que volver a aprender a andar cuando le dieron el alta y le costaba levantar peso. Como marido y padre de dos hijos adolescentes, la enfermedad de Jay también afectó a su familia.
Tras 12 hospitalizaciones más, visitas a urgencias y diálisis, sus equipos médicos entre la Universidad de Minnesota y Abbott-Northwestern centraron sus esfuerzos en mantener a Jay lo bastante sano como para ser candidato a un trasplante.
"Hubo tantos médicos y enfermeras que me cuidaron y gestionaron tratamientos y terapias complejas, a veces con intereses contrapuestos, que me asombra haber sobrevivido".
Anteriormente considerado "demasiado enfermo para un trasplante" a principios de año, fue reevaluado en la Universidad de Minnesota para un trasplante de hígado y riñón en otoño de 2012 y se le incluyó en la lista de espera.
En enero de 2013, Jay recibió ese don de la vida y, con él, una segunda oportunidad al convertirse en receptor de hígado y riñón de un solo donante.
Aprovechar al máximo su segunda oportunidad
Desde sus trasplantes, Jay se ha centrado en devolver y concienciar.
Jay actúa ahora como embajador de LifeSource, compartiendo su historia con profesionales médicos, en la orientación de nuevas enfermeras, en reuniones del personal de urgencias y con adolescentes a través de clases de salud o de educación vial. Son las mismas clases que su hijo de 15 años está tomando para preparar su permiso de conducir. Cuando llegue el momento de solicitar el permiso, marcar la casilla de la solicitud tendrá un significado mucho mayor.
Jay incluso ha tenido la oportunidad de cruzarse con algunos de los profesionales médicos que intervinieron en su historia a lo largo de los años.
Mientras hablaba ante un grupo de enfermeras del Abbott Northwestern Hospital, se encontró mirando una y otra vez a una de las enfermeras del público. Había algo en su rostro que le resultaba familiar. Cuando terminó su presentación, esa misma mujer se le acercó y, con lágrimas en los ojos, le contó que había sido enfermera de la UCI cuando él fue hospitalizado por primera vez en 2012.
Sabía que había salido de la UCI, pero siempre se había preguntado si le habían hecho un trasplante. Jay dijo que se sintió abrumado por la sinceridad y la preocupación de la doctora por el hecho de que hubiera sobrevivido y estuviera tan bien. Comentó al marcharse: "Tu donante era un auténtico héroe".
Parte del trabajo voluntario que realiza Jay le permite ofrecer palabras de ánimo a las personas del grupo de apoyo hepático. Habla del papel de LifeSource en el proceso de trasplante y de cómo le ha beneficiado ser embajador.
Lo más importante para que todo esto funcione es el compromiso de LifeSource de maximizar el "sí" a la donación de órganos, tanto para el receptor como para la familia del donante. LifeSource ofrece un trato muy respetuoso y compasivo. Lo llevan al siguiente nivel al proporcionar atención a las familias de los donantes, en el momento de la donación y durante todo el tiempo que les interese. No todo el mundo quiere el mismo tipo de apoyo, pero está ahí para quien lo desee".
En un momento de serendipia, Jay tuvo la oportunidad de conocer y decir "gracias" a la madre y al hijo pequeño de su donante al término de una ceremonia de dedicación del Jardín Conmemorativo en LifeSource. "Por fin pude expresar lo agradecido que estaba por recibir estos regalos...".