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Joanie recupera la libertad tras un trasplante de páncreas que le salvó la vida

Joanie pasó de tener que controlar su nivel de azúcar en sangre cada tres horas a disfrutar de la libertad de hacer senderismo, montar en bicicleta y pasar tiempo con su familia con facilidad.

Como diabética insulinodependiente durante 19 años, la vida de Joanie giraba en torno a la necesidad de controlar sus niveles de azúcar en sangre cada 3 horas, día y noche.

Vivía con el temor constante de sufrir episodios de bajadas de azúcar descontroladas que pudieran provocarle desorientación y confusión.

En su peor momento, Joanie comprobaba sus cifras 11 veces al día y seguía teniendo episodios incontrolados. Recuerda uno de esos episodios: "Mi hija había vuelto de la universidad y estaba sentada a la mesa de la cocina. Fui a hablar con ella, pero cuando me senté a la mesa de repente no podía formar palabras y ¡no podía decir nada!Fue a buscar a su padre y me hicieron beber un vaso de zumo de naranja.Cuando mi cerebro volvió a funcionar por haber tomado por fin suficiente azúcar, me di cuenta de lo que había pasado y me sentí fatal.Imagínate que tu hijo tenga que cuidar de ti: es muy humillante". 

Poco después de este incidente, Joanie entró en la lista de espera de trasplantes, necesitada de un nuevo páncreas para salvar su vida.  

En el verano de 2010, la vida de Joanie se transformó con ese trasplante que le salvó la vida. Desde entonces, Joanie no ha recibido ni una gota de insulina y ha podido reanudar su vida sin miedo a sufrir episodios de bajadas de azúcar que no pueda controlar.  

Joanie Hoy 

Más de 10 años después de su trasplante, Joanie dice que no hay día en que no piense en su donante y le agradezca el regalo de vida que le hizo: "Mi donante ha seguido abriéndome nuevas vías de aventura. He podido ir de acampada a ver las Sequoias, los parques canadienses de Jasper y Banff, así como los parques nacionales de Glacier y Acadia. Hacer senderismo y ciclismo de montaña en estas zonas sólo es posible gracias al don de mi páncreas". 

Sin embargo, son las cosas cotidianas y el tiempo pasado con la familia lo que Joanie agradece especialmente. 

Gracias a su trasplante de páncreas, Joanie ya no necesita despertarse en mitad de la noche para comprobar sus niveles de azúcar en sangre y ahora pasa los días alerta y descansada. Puede hacer recados y ayudar en las tareas domésticas sin necesidad de supervisión constante. Y lo que es más importante, gracias al trasplante Joanie ahora puede pasar tiempo de calidad con sus nietos sin la preocupación de sufrir un episodio de bajada de azúcar. Puede recogerlos de la guardería, salir a tomar algo, quedarse a dormir fuera de casa e incluso llevarlos de excursión.  

Joanie afirma: "Vivimos en un país donde se valora mucho la libertad. El don de la donación me ha devuelto la libertad. Nunca aprecié el verdadero significado de la libertad hasta que mi enfermedad me la robó. Gracias a mi donante, ¡tengo verdadera libertad para vivir mi vida de la forma más productiva posible!".